- Como sostiene José Luis Cobos, vicepresidente III del CGE “la labor que realizan las enfermeras en cualquier ámbito asistencial en el seguimiento de los tratamientos antibióticos, en su uso racional, fomentando la adherencia, evitando que los pacientes dejen a medias los tratamientos o alargándolos sin indicación es de suma importancia para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos”.
- “Dado que las causas y las repercusiones de estas resistencias afectan a la salud humana, animal y medioambiental, es preciso abordar un enfoque OneHealth colaborativo, multisectorial y multidisciplinar. Sólo con el trabajo de todos podremos paliar este grave problema que afecta a la salud mundial en todos sus ámbitos”, sostiene Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.
- “Ante un escenario de limitadas opciones terapéuticas, la prevención cobra un especial valor. Sabemos que las resistencias a los antibióticos serán un grave problema de salud pública. Esto se acompaña con cambios ambientales que pueden conllevar amenazas de nuevas zoonosis, como ha sucedido ahora con el COVID-19, de ahí que evitar las resistencias a estos medicamentos sea fundamental”., señala Inmaculada Fernández, presidenta de AEEPyCI.
Madrid, 23 de noviembre de 2021.- Cada año, entre el 18 y el 24 de noviembre se celebra la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antimicrobianos, que tiene como objetivo aumentar la concienciación sobre la resistencia a los antimicrobianos (RAM), cuya causa fundamental es el consumo excesivo o inadecuado de antibióticos, así como fomentar las mejores prácticas para evitar la aparición y propagación de infecciones resistentes a estos medicamentos.
Según datos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), entre 2014 y 2020 el consumo nacional de antibióticos ha descendido un 32,4 % en salud humana y un 56,7 % en sanidad animal. Sin embargo, y pese a este descenso, cada año mueren en España unas 4.000 personas a consecuencia de infecciones resistentes, cuatro veces más que los fallecidos en accidentes de tráfico.
Por este motivo, desde el Consejo General de Enfermería (CGE) y desde la Asociación Española de Enfermería de Prevención y Control de Infecciones (AEEPyCI) se recuerda el papel fundamental que también desempeñan las enfermeras en la lucha contra la resistencia a los antibióticos, una labor que es preciso potenciar para paliar este grave problema.
Como sostiene José Luis Cobos, vicepresidente III del CGE “la labor que realizan las enfermeras en cualquier ámbito asistencial en el seguimiento de los tratamientos antibióticos, en su uso racional, fomentando la adherencia, evitando que los pacientes dejen a medias los tratamientos o alargándolos sin indicación es de suma importancia para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos”.
Para Inmaculada Fernández, presidenta fundadora de AEEPyCI, “la enfermera también es imprescindible en el cuidado seguro: hablamos de higiene de manos, de descontaminación de superficies, de todo lo relacionado con las precauciones a adoptar para evitar la transmisión de infecciones. Somos las encargadas de administrar los antibióticos, pero también de tomar las muestras de los cultivos que determinan el diagnóstico y el tratamiento más adecuado según el resultado, por ello, debemos garantizar su buen uso”.
Y es que, como señala Fernández, “ante un escenario de limitadas opciones terapéuticas, la prevención cobra un especial valor. Sabemos que las resistencias a los antibióticos serán un grave problema de salud pública. Esto se acompaña con cambios ambientales que pueden conllevar amenazas de nuevas zoonosis, como ha sucedido ahora con el COVID-19, de ahí que evitar las resistencias a estos medicamentos sea fundamental”.
Para Florentino Pérez Raya, presidente del CGE, “dado que las causas y las repercusiones de estas resistencias afectan a la salud humana, animal y medioambiental, es preciso abordar, tal y como sostienen todos los organismos nacionales e internacionales, un enfoque OneHealth,colaborativo, multisectorial y multidisciplinar que reconoce las interconexiones entre las personas, los animales, las plantas y el entorno que comparten. Sólo con el trabajo de todos podremos paliar este grave problema que afecta a la salud mundial en todos sus ámbitos”, destaca.
Poco representadas
De la misma opinión es Inmaculada Fernández, para quien “la multidisciplinariedad es fundamental en el tema de la multirresistencia: es un trabajo en equipo. Es de los temas donde más cooperación y coordinación interdisciplinar debemos tener los diferentes profesionales”. Y, sin embargo, “las enfermeras estamos muy poco representadas donde se toman las decisiones. Todavía no nos reconocen muchas de las competencias que desarrollamos en este ámbito, faltan enfermeras en los PROA, los programas para la optimización del uso de antibióticos que buscan no prolongar los tratamientos con antibióticos de forma innecesaria, intentando optimizar su manejo para evitar resistencias, tratando mejor y más adecuadamente a los pacientes. Deberíamos ser una parte del equipo y muchas veces o no estamos o colaboramos de forma residual y las enfermeras de prevención de infecciones tenemos mucho que decir en este tema”, concluye Fernández.
¿Qué es la resistencia a los antimicrobianos?
Tal y como explica la Organización Mundial de la Salud, los antimicrobianos -incluidos los antibióticos, los antivirales, los antifúngicos y los antiparasitarios- son medicamentos utilizados para tratar las infecciones en los seres humanos, los animales y el medioambiente.
En todo el mundo, las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos están cambiando y empiezan a no responder a los medicamentos utilizados actualmente para tratar las infecciones que causan. Esta resistencia a los antimicrobianos surge de forma natural, normalmente a través de cambios genéticos. Sin embargo, el uso excesivo y el mal uso de los antimicrobianos han acelerado el desarrollo de la resistencia a estos tratamientos.
Esto hace que las infecciones sean más difíciles de tratar, lo que aumenta el riesgo de propagación de enfermedades graves y la muerte. Así, por ejemplo, las infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos podrían hacer que procedimientos vitales como los trasplantes de órganos, las prótesis articulares, la atención al cáncer y el cuidado de los bebés prematuros fueran demasiado peligrosos de realizar. Estas resistencias a los antimicrobianos pueden afectar a cualquier persona, de cualquier edad, en cualquier país.